jueves, 21 de octubre de 2010

El oculto origen del interés por el poder




Por Marcoantonio Paredes*



“Todo el que se place de ostentar poder se debe dominar ignotamente a sí mismo”


Desde el más pequeño hasta el más grande ansía el poder. Abierta o celadamente, directa o indirectamente. En el trivial juego de la acera de algún barrio, algunos infantes, ingenuamente, quieren imponerse uno sobre el otro. Al final quien tiene el mejor balón, el mejor juguete, nuevo o sofisticado, termina por decidir quien juega o no, quien sigue o no, quien esta dentro o no. Los demás terminan por unirse a quien tiene el “poder” y la “razón”. Pocos son los que se aíslan inteligentemente y crean una actividad singular.



En todos los ámbitos de las relaciones sociales existe la excitación instintiva por el poder. Cuanto más negamos nuestro interés por el poder, es más cuando nos acercamos a él y somos objeto de él, pues es obvio que el poder no sólo se traduce particularmente sólo en el dinero. De este modo existe una innegable y ontológica relación entre el poder y ser mejor. Es decir, el afianzamiento del poder a través de la obtención material de una serie de elementos que sobre todo tienen que ver con la apariencia. La relación entre poder y ser mejor ha tenido y tendrá un cariz egoísta e inclusive con el tiempo se ha vuelto parte de nuestra educación, que es impartida desde los mismísimos bancos de la escuela. El mejor trabajo tiene mejor nota. La mejor respuesta tiene mejor nota. Se lee más para ser mejor que el que más lee. Se estudia más para ser mejor que el que estudia más. Se obedece más para ser mejor que el que más obedece. Esto conlleva a una formación dependiente del desarrollo del ser humano. Una formación que no deviene del interior del ser mismo, sino de la apariencia del que se encuentra a nuestro lado. Podríamos negar el hecho que compramos más y mejores juguetes para ser mejor o más que el que compra más o mejores juguetes, que compramos igual o un mejor auto que nuestro vecino. O que realizamos una mejor fiesta de aniversario matrimonial, porque nuestros vecinos realizaron una fiesta que nos dejo sorprendidos. Se puede ver extendiéndose la educación del poder en todas las latitudes a través del tiempo.



Esto nos lleva pues a observar que no existen comportamientos individuales, que nuestra formación nos impulsa a actuar siempre en función del resto. Hacemos del amigo el rival secreto cuando se ha comprado un buen televisor o tiene la mejor señal de cable, y trabajamos o luchamos para tener lo que él tiene o mejor. En nuestros tiempos es considerado normal luchar por el poder en las diferentes escalas sociales. El mendigo pugna con otros mendigos por tener el mejor lugar para sus diligencias. Observen en la calle como se enfrentan los pequeños vendedores de dulces por los mejores puestos en los sitios donde hay semáforos. O los limpia vidrios cuando ven venir a alguien que no conocen o no pertenece a su “clan”. En la miseria, donde se comparte el dolor de la soledad, el hambre y el llanto, también se esconde la sombría lucha por el poder.



Es triste ver a nuestros niños, virtuosos en esencia, convertidos en personalidades egoístas y violentas. Desde todos los ámbitos nuestros niños son bombardeados por comportamientos egoístas, violentos y dirigidos a tomar el poder a como de lugar, de otro modo, lo forman para saber que estará sujeto a ese poder toda la vida, viviendo bajo su oprobioso control. Videos juegos, películas, dibujos animados (animes), novelas, libros, revistas, etcétera, condenan a nuestros jóvenes a una sociedad futura sin esperanza y sin norte, con una sola consecuencia: una existencia enajenada, luego la destrucción total del individuo y finalmente la sociedad en su conjunto.



Una niña, en estos tiempos, su personalidad es alimentada con cientos de series donde aparecen personajes, también niñas, llenas de vanidad, soberbia y egoísmo, interesadas en trivialidades sin sentido. Las tontas novelas junto a las millonarias televisa, venivisión, caracol, globo, etcétera, llenan sus arcas con las estupideces que diariamente llenan las mentes de cientos de niños (as) mujeres y hombres. La consecuencia: comportamientos inconscientes llevados a poseer la mejor casa, el mejor auto, el mejor marido. Justificaciones indecibles para cometer toda una serie de actos que inevitablemente nos llevan cada vez a una sociedad caótica, desenfrenada y torcida.



A nadie se le puede negar el natural derecho de vivir en mejores condiciones. De tener un buen trabajo, de tener una buena casa, de educar bien a sus hijos, de tener todo lo que nos pueda proveer de tranquilidad y armonía. Pero, debemos analizar cuales son los secretos resortes que nos impulsan a mejorar, ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Cómo? ¿Si el impulso que tenemos por dentro, es la sincera expresión de nuestro corazón solidario, fraternal y humano; o el ambicioso, vanidoso y egoísta interés personal? Del mismo modo, ¿Si esa tranquilidad y armonía individuales tienen una consecuencia, en la misma amplitud, en todo lo que nos rodea y que no quiebra ningún orden natural al cual obedecemos originalmente desde que aparecimos en el universo?



Es lamentable ver como criticamos las terribles atrocidades de los grandes poderes del mundo, cuando nosotros también tenemos las mismas actitudes frente a nuestros semejantes. Tenemos prioridad por el poder. A una sola hora de estar sentado en el trono, estaríamos haciendo lo mismo que ellos. Es innegable que lo infinitamente pequeño vibra idénticamente que lo infinitamente grande. Un indigente vagando se siente humilde, pequeño, triste, etcétera, y cree que deben donarle algunas monedas porque es más humilde, pequeño, triste y pobre que el que se encuentra a dos cuadras. Pero debemos acotar que estos personajes de la miseria, se encuentran en un estado de aparente humildad por las circunstancias de la vida que le ha tocado vivir, proporciónesele unos miles; extraños son los casos de las personas que han comprendido su posición y han cambiado, y en el cambio han ayudado a modificar la realidad de otros. Es difícil renunciar voluntariamente a una educación inculcada para la reacción automática frente a los embates de la vida.



Debemos de entender y comprender que el mismo aspecto negativo egoísta que nos lleva a comportarnos miserablemente hacia nuestros semejantes, es el mismo aspecto negativo que mueve a los que tienen el poder. Y es que indudablemente aquellos aspectos negativos no se encuentran fuera del individuo. No se encuentran en el vecino, en la casa ajena, en el gobierno, en el país ajeno, etcétera, el mal está dentro, en cada uno de nosotros. En nuestro interior cargamos los detonantes en pequeño, en detalle, para volvernos los más voraces y terribles seres del mundo en cualquier momento de nuestra existencia. No debería extrañarnos el comportamiento terrible de nuestros gobernantes cuando nosotros nos comportamos igual con nuestros hermanos. He aquí el fundamento intrínseco de que el odio con el odio no se combate, de que la guerra con la guerra no se combate. Que el insulto con el insulto no se combate. Invariablemente no pueden combatirse. Es mentira que la paz este condicionada a la guerra. Tenemos suficientes guerras, suficientes batallas, suficientes enfrentamientos, suficientes pavorosas y monstruosas cifras de muerte para creer que quien gane la guerra asegurará la paz. ¿Qué más hace falta que suceda en el mundo para darnos cuenta? Para darnos cuenta que el enemigo no vive en la casa de lado sino que esta enquistado dentro de nosotros, esperando agazapado en los recovecos de nuestra mente para entrar en acción cuando las circunstancias sean propicias.



Ostensiblemente por Ley de contrarios, así como en nosotros existe el detalle nocivo de nuestra debacle individual y por ende la de toda la humanidad, así también existe dentro de nosotros un elemento especial, particular, que nos puede asegurar el cambio total. Así, en vez de desarrollar el detalle nocivo dentro de nosotros y convertirnos cada vez en seres más egoístas, miserables, iracundos, codiciosos, soberbios, miedosos, etcétera; debemos desarrollar esa partícula esencial, que por su especial característica, puede desarrollarse en forma divinal. Cuando cambiemos nuestras reacciones frente a los embates del mundo: insultos, elogios, bofetadas, abrazos, etcétera, entonces empezará a brillar en nosotros de manera especial esa esencia que, valgan verdades, se resiste a abandonarnos y que aún permite que nos llamemos seres humanos, y que sin ella pasaríamos a ser unos salvajes animales, a pesar de que en muchas de nuestras acciones ya nos parecemos a ellos.



Se ha intentado vanamente aislar a los seres humanos, estudiarlos como simples entes que aparecen y desaparecen, codificarlos y dilucidar su comportamiento. Nos han aislado en nombres y apellidos, en códigos, en instituciones, distritos, países, gobiernos, estados, etcétera, evidentemente no sólo con propósitos de tener información de nuestras necesidades y problemática y darle soluciones, ocultamente existe un interés de crear divisionismos y a esos divisionismos aspire mucha más gente a sus gobiernos y por ende, obviamente envilecidos, nos enfrentemos cada vez más y más por el poder.



Lo cierto y la realidad de todo es que, en nuestra humana individualidad, en nuestra esencia de tipo divinal, en esa especial partícula interior, cargamos elementos que nos unen, que nos juntan, que nos predispone para ser una sola fuerza, una sola potencia que nos lleve a ser parte conciente de la naturaleza y del universo, que nos lleve a vivir en armonía y paz, sin límites y fronteras, sin desigualdad de condiciones de vida, con un solo idioma, el del corazón. Todo lo que acontece y sucede en el mundo nos atañe. De un modo u otro en algún momento del tiempo, nos tocará llamar a la puerta del final del camino y nos veremos enfrentados a nuestro origen y hechura esencial y, al paso que vamos, dudo de que tengamos respuestas que justifiquen todo lo que hemos hecho, hasta ahora.



*Escritor y Artista Plástico.

Miembro Sociedad 13.

Miembro del Conglomerado Cultural.

1 comentarios:

Unknown dijo...

interante artículo!!!! =)

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